¿Estás hablando de la zona arqueológica de Marcavalle que fue invadida por los periodistas? Todavía había un poco de sol. Las reglas del mercado no favorecen la poética. He olvidado mi llave. Objetivos y contenidos: Proporcionar una visión de conjunto sobre las crisis ambiental y climática. Cuando me senté, en una esquina de la Plaza de Oriente, medio de cara y medio de espalda al Palacio Real, me sentí más tranquilo. Les pregunté por qué los llamaban “desequilibrados” y no lo sabían. La ciudad se dice en los colores, los sabores, en la virtud de los climas internos: en el monólogo. oposición a este encanto de la ciudad, ella se encuentra con el ambiente opresor de la casa en la que vivirá. Me aburrían. Pequeña novela posplástico es un híbrido de género, lo que resulta una propuesta refrescante para estos tiempos: [Soy la percepción o la interpretación de un cuerpo ordinario que se reestablece en la desdicha. Había allí el espectáculo acostumbrado: la cola de taxis, los choferes formando grupos y fumando o conversando, una parejita muy joven, sentada en una banca y acariciándose, los dos quioscos de periódicos cerrados y, en la desembocadura de la calle Arenal, que iba hacia la Puerta del Sol, un perrito solitario tratando de morderse la cola. Quizás el movimiento de los “desequilibrados” sea una reacción contra el pragmatismo materialista universal que se ha impuesto como única forma de vida, una singular protesta contra un mundo de gentes que parecen estar de acuerdo en casi todo y no ven más allá de las orejeras que llevan puestas –que llevamos, no sé por qué me excluyo– sin saberlo. Sí, ella me llevaría a mi cuartito. Terminarán cerrándolos por falta de público. Imposible saberlo, pero lo seguro es que vivimos en la mentira sistemática. Estaba convertido en el hombre-caca, del culo para abajo. Les vi alzar la voz y gesticular mientras me criticaban. El único espectador serio que se admite hoy es el que produce el propio bípedo en su artefacto portátil, ese incinerador de todo lo que es genuino y auténtico, algo que ha desaparecido prácticamente en este mundo donde solo reina y fulgura lo postizo y artificial. Somos una biblioteca especializada que facilita el acceso público y gratuito a obras y revistas relacionadas a la literatura peruana y extranjera, así como de disciplinas afines. Muchas veces hemos discutido con Osorio por qué las grandes iglesias, y esos fanáticos terroristas que querían acabar con ellas a punta de bombas y asesinatos, se van eclipsando en nuestro tiempo, pues lo mismo que con el catolicismo pasa con el judaísmo, el protestantismo, la Iglesia ortodoxa y hasta con las iglesias orientales como el islam (en sus dos ramas) y el budismo: pierden fieles, vigencia, se van marchitando, tanto que muchos piensan que acabarán por extinguirse. No es el fin del mundo. ¿Cuánto tiempo llevaba sentado en la Plaza de Isabel II? Limpió acomedido máquinas y tijeras. Mario Vargas Llosa, por ejemplo. Cuando yo les pregunté cómo hacían para comer, cómo ganan su vida, se sorprendieron, igual que si se tratara de algo sin importancia. “Eres un pterodáctilo, un dinosaurio, un antediluviano”, me dice Osorio. Pero a los pocos minutos me calmé: era una falsa alarma. ¿Lo despertaría? Me comentabas que primero sacaste una revista llamada Origen. 5 libros para refrescarse y disfrutar del agua y del verano con las personas más pequeñas de la casa #LijEnInfobae: una selección de libros donde el agua es protagonista. El director de Cascahuesos también criticó a las autoridades arequipeñas: “El Gobierno Regional o la Municipalidad Provincial, tienen grandes presupuestos para el aniversario de Arequipa, pero no tienen presupuesto para hacer un fondo editorial o para poder contratar derechos de autor. Ya me olvidé del nombre de aquella mujer por la que abandoné a Carmencita; volverá a mi memoria, sin duda, aunque, si no volviera, tampoco me importaría. Siempre disimulando, di una vuelta a la plaza, escrutando los nombres de las calles. ¿Qué quieren? Y además: todos destacaban la forma en que postulaba imágenes, en que componía poderosos y breves poemas visuales, en que pintaba el mundo con palabras. Porque estaba muy asustado. ¿Por qué sigo diciendo “pichula”, algo que no dice nadie en España? Editorial: Cultura Peruana). Los zorros, al cabo de un tiempo, se fueron, tan misteriosamente como habían venido. El señor iba también a la izquierda, es decir, no a las oficinas de los contadores, que están a la derecha, sino a la puerta contraria. Al principio, me miraron con desconfianza, aunque sin hostilidad. Por razones de estética, también, pero sobre todo de salud. Ya no se puede decir que haya novelistas; mejor dicho, todos nos hemos vuelto novelistas. Por fin, me metí a la cama, me abrigué bien, me encogí y apagué la luz. Mientras creía que a estos se los encargaba a París y que los traían las cigüeñas, fui feliz. A propósito de ello, el título de este texto: Resumen: Ciudad lila, expone esta búsqueda cifrada en diferentes entonaciones que abordan el relato de su vida. A mí me gustaron mucho los animales en mi juventud e incluso en mi madurez tuve un perro al que le leía poemas de Cernuda y García Lorca. Un deslizamiento de tierra en el municipio de Rosas, Cauca, tiene incomunicado a todo el suroccidente del país desde hace 48 horas. Desde que inauguraron la Casa de la Literatura Peruana hasta la fecha, he asistido a muchas actividades poéticas, presentaciones de libros así como disertaciones diversas. La mirada. Toda mi época es poca para explicar lo que siento. Pero ahora estaba tranquilo. Mucho rato, tal vez una hora, acaso dos. Osorio, posando de optimista, dice que ahora que han desaparecido los cines tendré que habituarme a ver películas en las pantallas pequeñas. Creo que solo una cosa hice mal en la vida: abandonar a Carmencita. Ahora me ocurría algo peor: también había olvidado qué calles tomar para volver a mi casa, es decir, a mi cuartito con su baño. Casa de la Literatura Peruana Jr. Ancash 207, Centro Histórico de Lima. Miles, decenas de miles, acaso millones. Había una veintena de muñecotes que vomitaban, orinaban, defecaban o supuraban unos líquidos –llamémoslos por su nombre: mocos– por las orejas y por las narices, que, para apreciar a cabalidad el significado de la muestra, uno tenía que oler en unos recipientes donde dos muñecotes escurrían esas excreciones. Además, no comían mucho y, por supuesto, todo era de todos. Yo sé que fui periodista de joven; Osorio dice que enseñó filosofía en los colegios, pero no estoy nada seguro de que haya sido profesor y menos de filosofía, porque sabe muy poco de esos temas. Tuve un instante de felicidad al sentir que aquella llave abría la puerta y que –por fin, por fin– entraba a mi cuartito. Creo que solo una cosa hice mal en la vida: abandonar a Carmencita por una mujer que no valía la pena. Seguir recto en dirección N-634. El grito de Asterión, novela de aliento diverso, novela del interior, de la sed verdadera, nos introduce a su propia atmósfera, desde el corazón y la voz de jóvenes que reflejan el espíritu de nuestros tiempos: dudas y escepticismo con respecto al futuro, crisis política, crisis interna. Y me dolían mucho el pecho, el hombro, el cuello y hasta la espalda. En esta entrevista, Córdova nos habla de su experiencia como editor, su mirada a la tradición literaria arequipeña y sobre la polémica de los escritores peruanos a la FIL de Guadalajara. Su dirección de correo no se hará público. ¿Qué iba a decirle? “Me olvidé de la dirección de mi casa y he estado todo el santo día buscándola, hasta hace un momento. Barco diseña una fenomenología de transformación de percepción de la realidad en estilo literario, una estética que privilegia las experiencias cotidianas, convirtiendo tropos en simbologías que atraviesan planos antitéticos a modo de deslizamientos atravesados por una dicotomía, el comercio, el producto el sentimiento, venden, granel, tristeza, como un resumen en la tríada de lo que es vivir en Lima. Precio. Su obra juvenil -que influenció a Sergio Galarza, Óscar Malca, Richard Parra, entre otros tantos autores-, y que dibujó a un Reynoso juvenil y escolar (o, mejor dicho, comprometido con la escolaridad, es decir, con la infancia) no es el único Reynoso. ), la Marlborough, de Madrid, exhibía bajo el título Arte para la fantasía y la imaginación unas pinturas inmateriales del famoso Emil Boshinsky. El escritor Máximo Huerta ha inaugurado en su localidad natal, el municipio valenciano Buñol, La librería de Doña Leo, un proyecto con el que cumple un … Es curioso. George Orwell no había vivido ese problema, pues escribió en las épocas del estalinismo más rabioso y lo combatió sin vacilar en libros espléndidos como La granja de los animales y 1984, como el hombre de izquierda que siempre fue, defensor de una izquierda democrática, si es que eso existió alguna vez. Seguía totalmente perdido, pero, en cambio, me sentía ahora más tranquilo. Qué rico, taparse bien y dormirse sabiendo que me despertaría varias horas después, con la luz natural, y que aquella sería mi casa, bueno, mi cuarto y mi bañito. He lavado mi calzoncillo que estaba lleno de mierda, me duché, me he acostado y ahora estoy con taquicardia y bañado de sudor.” Osorio me respondería con alguna broma: “¿Y me despiertas por esa tontería?”. Era una ilusión bonita, hecha de ritos, de cantos, de incienso, de frases en latín que, como no las entendían, a los fieles les parecían sabias, celestiales, alusiones a vidas perfectas, heroicas y marcadas por la pureza, la inocencia y la paz interior. Todavía tenía tiempo de recordar la dirección de mi casa. Mejor echarme a caminar, tal vez moviéndome volverían los recuerdos. ¡Quién lo hubiera dicho! Sentía que me iba hundiendo en algo viscoso y confuso, evidentemente no era el sueño sino los albores, la bienvenida de la muerte. ¿Me pasaría el resto de la noche sentado aquí, en el suelo, esperando que apareciera alguien que viviera en este edificio? Ya casi no voy al teatro ni a la ópera, pese a lo mucho que antes me gustaban. La metáfora es clara como la dorada cerveza: escribir es utilizar todos tus recursos internos, incluso los más miserables e ínfimos. El contexto de esta obra es mundo nada positivo, donde se compite, donde se vive de modo individual, donde se consume el opio diario de medios de comunicación, ¿qué poesía puede surgir? Era una sensación extraña. (Repito que con los años me he vuelto muy llorón.). Había llegado a una gran plaza al fondo de la cual había un edificio que inmediatamente identifiqué como el Palacio Real. ¿Qué hora sería? Casa de la Literatura Peruana is a leisure, travel & tourism company based out of 207 Jirón Ancash, Cercado de Lima, Peru. Fue un enamoramiento violento y pasajero, una de esas locuras que revientan una vida. ¿Cuál es tu resumen de esta novena edición de la feria en el Cusco? ¡Qué va! La Casa de la Literatura Peruana, también conocida como CASLIT, es un espacio cultural que se encuentra en lo que antes fuera la Estación de Desamparados, una vieja estación de trenes que antes permitiera la comunicación entre Lima y Huancayo. Y, por supuesto, en la librería del vejete tuve un viento que no pude disimular. Y para qué preguntar a nadie. Pero la imagen no es exacta: Reynoso tocaba fibras. Que haya ahora países africanos que se disputen con los del primer mundo la modernidad y el desarrollo, como África del Sur, es increíble. Aquí la entrevista completa con José Córdova. También una enseñanza. Haciendo memoria, Reynoso también se me presenta en el parque de Huancayo, allá por el año 2013 en una Feria del Libro, donde fuimos junto a Omar Livano -poeta tajador- y su novia de entonces; y Nelcy, una amiga que estudiaba inglés y de reynosiana sensibilidad. Fue una larga operación, pues seguía muy cansado y con mi corazón latiendo en mi pecho como desbocado. ¿Que sus razones antiguas, aguzar la sensibilidad, la imaginación, hacer vivir el placer de la belleza, desarrollar el espíritu crítico de las personas, ya no hacen falta a los seres humanos de hoy, pues la ciencia y la tecnología pueden sustituirlos con ventaja? Sentí un escalofrío que me hizo temblar de nuevo de la cabeza a los pies. Después, reflexionando sobre aquello que hacen los “desequilibrados”, llegué a la convicción de que lo hacen más por instinto que por reflexión. “Si no lo hacían, la Iglesia habría comenzado a marchitarse como una rosa expuesta al sol durante mucho tiempo.” ¿No es lo que ha ocurrido, acaso? No recuerdo la dirección de mi casa y no me importa. Alguien me había dicho que aquí mismo, durante la guerra civil, estaba el Cuartel de la Montaña. A mí no me molestó nada la presencia de los zorros en la Villa y Corte. Era algo que había aprendido. Además, nos habló de Pionono de Vitrina, libro de Zully Pinchi, que se convirtió en uno de los más vendidos de la Feria Internacional del Libro de Lima y sobre el gran lanzamiento que hará Cascahuesos por la celebración de sus 15 años. Como dijo el puneño Oquendo de Amat: con el lenguaje del primer hablar. Yo sospecho que la Iglesia católica selló su partida de defunción cuando comenzó a modernizarse, cuando ese bastión del machismo y conservadurismo, intolerancia y dogmatismo que fue antaño, empezó a relajarse, a resquebrajarse, a hacer concesiones a los curas y laicos progresistas. Este fue el idioma en el que hablamos, con algunas frasecitas de cuando en cuando en inglés, italiano o francés. ¡Todo un lujo!”. “He soltado un viento”, pensé. Y el viejecito se llevaba un dedo a la sien y se reía, imitando a Napoleón, que al parecer perdió el juicio en Santa Elena. No, lo hace para los estratos populares. La Lima reynosiana tiene sinestesia: sabor, olor, textura: verde caramelo de menta, semáforos. Lo tuve otra vez, cuando llegué a la esquina donde la calle de la Flora se encuentra con la de Hileras y toca la minúscula Plaza de San Martín, que se convertirá luego en la Plaza de las Descalzas, y donde descubrí, palpándome los bolsillos, que tampoco tenía la llave que abre el gran portón del número uno, donde vivo. Sigue la senda de Vallejo y de Pessoa, de no permitir un diálogo tan cercano: de poner astillas en el mismo lenguaje. Respiré tranquilo. Según asegura, le habría hecho llegar a la cantante los documentos gráficos. Nos llamamos todos los días, a ver si seguimos vivos. O sea, en los momentos de más alta modernidad científica y tecnológica, volvemos al paganismo, a la hechicería primitiva. La mezcla de poesía y verso se ve en poetas clásicos como Rubén Darío, que hace una sección de cuentos en su obra Azul; o, en nuestra localidad, César Vallejo, desarrollando una obra llamada Poesía en Prosa. No me consoló imaginar que dentro de pocos minutos (¿segundos?) Temía caerme y por eso daba pasos muy cortos. En algún diario, declarará que no hace literatura para los burgueses que pueden pagarse un libro de 50 soles. La exposición se titulaba Esculturas para el olfato. No sé cuándo nos conocimos; no, en todo caso, desde la juventud. Cuestiona y resignifica el anclaje connotativo: es un lugar no muy seguro, hay una opresión, un corazón desvalido, en un espacio del desamparo. Durante el transcurso de la historia se nota como el influjo de la casa pesa más en el ánimo de la protagonista que el de la Barcelona soñada. Maldita sea. Advertí que algunos del grupo se ruborizaban y desviaban la vista. No tenía un solo papel encima; lo más probable es que, al verme confuso, llamaran a la policía y que esta me llevara a una comisaría. Siempre me ocurre cuando algo me altera los nervios. Y pensar que se celebró como un gran invento –yo lo recuerdo muy bien, ocurrió hace unos cuarenta años, o veinte, o diez: eso que llaman el espectáculo multimedia comentado–. Mucha gente se traga estos embustes y los museos se van quedando huérfanos. Y vendía harto, incluso antes de ser devorado por las transnacionales. Recordé a Carmencita. Igual de curioso es lo que pasó con M. Gutiérrez y una de sus últimas novelas, editadas en el mismo sello. Literatura hablando de literatura. Toda la noche estuvimos rodeados de esos personajes fantasmales, duplicando a camareros o camareras, sirviendo la mesa, pasando las fuentes con bocaditos y bebidas, tan absolutamente idénticos a los reales que aquello se convirtió en un delirio; nos dio a todos la sensación de haber entrado a un mundo onírico, de estar viviendo en un poema surrealista, verificando que lo maravilloso cotidiano existe, no sé cómo llamarlo, un mundo en el que resulta difícil distinguir las fronteras entre la realidad, los personajes de carne y hueso y sus dobles, esos fantoches de la ilusión tecnológica. Nunca me había sucedido algo así. Tiene todo el derecho del mundo a hacerlo, por supuesto. Reynoso termina de dar su charla y se sienta en una mesa. De todas maneras, no deja de ser triste que en una época en la que sería imposible que aparecieran un Cervantes, un Miguel Ángel, un Beethoven, lo único comparable a esos gigantes en originalidad y belleza sean los saltimbanquis de los circos y los monigotes de los dibujos animados. Me respondieron en silencio, con movimientos de cabeza. Pone una pila de sus libros y dice: -Bueno jóvenes, a precio popular. Se quiebran las lunas de este prólogo, ahora les toca recorrer el camino solos. Lamenté haber ido porque éramos apenas cuatro gatos y casi todos unas ruinas humanas como yo. Se me ponen los pelos de punta cuando pienso que viven ahora en tantas casas alimentadas y mimadas por sus dueños, que les dan de comer en la boca y sin duda las meten a su cama para que no tengan frío en las noches de invierno. El curso se desarrolla durante 10 sesiones de 3 horas cada una, y será eminentemente práctico. Actualidad. Sin embargo, también en este trabajo podemos encontrar algo de filosofía fenomenológica: y entonces descubrí que su sonrisa y el resplandor de su mirada venían también de una milenaria cultura refinada que no solo había dejado huellas en su cerámica, en sus tejidos o en sus monumentos de piedra o de barro, sino también en la belleza de los rostros de los muchachos pobres, indios, mestizos, selváticos o afroperuanos, de mi patria, sin futuro. Y rematé todo aquello con un vientecito rápido, secreto, que a nadie molestó. Estamos en un simposio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), celebrando … Estaba, pues, solo en aquel rinconcito de la Plaza Benavente, aunque rodeado de gente, automóviles, buses y camiones. Medias con huecos, y tantos cuadernos, tanta escritura que pretendió descifrar nuestra forma última como un puñado de signos crípticos. Trucos inverosímiles, absoluta genialidad. Él replicó: “Pues es eso lo que ha sido toda la vida el arte también, una hazaña tecnológica. He vivido demasiado para importarme que me digan fósil, ludita o, como me llama Osorio haciendo ascos, “irredento conservador”. Si la poesía es honda en la claridad del yo, la prosa despeja el escenario de la acción del yo, o los yoes. En ese sentido, hacer poesía es participar en el diálogo de una época: esta voz, por eso, resulta necesaria de atender, por su singularidad y crítica. (Hice una exploración el otro día y el internet me hizo saber que entre los últimos departamentos de Filosofía que sobreviven están, uno, en una Universidad de Cochabamba, Bolivia, y el otro en la Facultad de Letras de las Islas Marquesas. Es una noticia alentadora que en estos 31 años la revista ‘Sieteculebras’ ha estado viajando por el mundo. Y, eso sí, todos jóvenes. ¿No era ese el Teatro Real? Ahora que ya nadie cree en los curas, la gente se ha puesto a creer en los brujos, hechiceros, chamanes, adivinos, palmistas, santones, hipnotizadores, toda esa canalla de embusteros y estafadores que, por unos cuantos pesos, hacen creer a sus incautos clientes que existe el otro mundo y que ellos lo conocen, que el futuro está escrito y es descifrable leyendo la borra de café, las hojas de la coca, consultando los naipes o una bola de cristal. Y me pareció grotesco que el juez llamara a las golondrinas, según la fórmula acostumbrada, “un ser vivo de sangre caliente cuyo derecho a la vida debía ser respetado”. (Repito los disparates que les oí.) Sin embargo, hay que aclarar, que es este Reynoso, profesor en diferentes universidades del Perú e incluso de Venezuela, no es el único que recordamos. Es, como quería Barthes, una literatura del placer. Tenía la sensación, casi la certeza, de que mi casa no estaba lejos. En algún momento habría dado la vuelta y rehecho el camino que hice en la mañana. Vagamente tenía la impresión de haber estado aquí en la mañana temprano, sin que hubiera tanta gente como ahora, pero la memoria no me decía nada sobre qué calle tomar para regresar a la casa. Debería presentar papeles, que, por supuesto, no tenía conmigo, y todo sería confusión y una terrible pérdida de tiempo. Podía perder la memoria y pasarme un día entero buscando mi casa, sin encontrarla. ¿Será que la cultura ya no tiene ninguna función que cumplir en esta vida? Pero por lo menos en la policía, mientras averiguaban quién era, estaría bajo techo. Mientras averiguaban quién era y dónde vivía me meterían en un calabozo. En la poética de Barco, no es inusual encontrar puntos en fuga entre versos subsumidos en una lógica urbana y sus sentimientos, así como descripciones del barrio donde vive, susceptible a las demandas de la vida como si necesitara moldear todo en la escritura de instantes, conformaran un proceso escritural que elude la frecuencia temporal, se puede asimilar esa característica a un poeta de la Internet, el tiempo pierde su sincronía para convertirse en relieves que miden un punto, pero no el transcurrir. ¿Me iría a desmayar? Hombre de ideas donde se mezclaba su conocimiento de la Historia Peruana, la Literatura Francesa, la Guerra entre Sendero y el Estado… Ese rey de los diálogos, la buena charla, las citas exquisitas y los comentarios profundos de política y toda clase de temas. Como parte del cumplimiento de dicha norma, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), publicó el último 5 de diciembre la Resolución Ministerial 1197-2022-MTC/01.03 con la que estableció que la velocidad mínima para descarga efectiva en banda ancha para internet fijo pase de 4 Mbps a 20 Mbps; mientras que para la carga pasa de 1 Mbps a 7 … Pero, en vez de eso, los latidos de mi corazón aumentaron. La cena me impresionó mucho, es cierto, no por la comida, nada del otro mundo, sino por los hologramas. El otro día me juró que ya hay, en distintas ciudades, colectivos y fundaciones que piden que se autoricen los matrimonios mixtos de seres humanos y animales. ¿En qué forma les gustaría que cambiara el mundo? Dibuja los muebles de la casa y colócalos donde crees que deben ir. Los “desequilibrados” no serían rebeldes si no tomaran distancias con ese animalismo perverso que se ha apoderado del mundo entero. (La última vez que hice el amor sin ayuda química fue hace unos diez años, creo, o por ahí, me parece.). Las “pinturas inmateriales” tienen dueños, de modo que la propiedad privada se respeta, y, al mismo tiempo, todos pueden disfrutar de esa propiedad privada sin arrebatársela al propietario a través de la red. Es una novela de fondo, más que de forma. Me aseguró que con esta invención plástica Boshinsky ha resuelto un problema antiquísimo, el de la propiedad privada y sus detractores. Derrotar al cáncer y al sida parecía algo imposible y se consiguió. (Fragmento de Los inocentes (1992) Editoria: Aladino). Sin embargo, Reynoso vendía. Cuando susurré que si todo el mundo los imitara y se volviera casto desaparecería la humanidad, uno de ellos me repuso: “La ciencia resolverá eso, fabricando gente en los laboratorios.” Pero lo que divirtió mucho al grupo fue que otro añadiera: “¿Y a quién le importaría que desaparezcamos? Su presencia acortará la distancia entre progresistas (7) y conservadores (que sumarán así 5). No me ponía en pie todavía. Pues ahora hemos perdido la libertad sin darnos cuenta, y, lo peor, estamos contentos y nos creemos hasta libres. Mi distanciamiento sucedió mucho después, ya en el nuevo milenio. Así cambian los tiempos. Líneas arriba, el poeta horazeriano Castillo hablaba de otorongos, para referirse quizás a la propia intensidad: Reynoso eligió otro animal: un insecto: el Escarabajo. Sabía perfectamente que, bajando por esa callecita encontraría, en la esquina y a la derecha, la Plaza de Isabel II, y que de allí arrancaba la callecita de mi casa. Hoy se abren las puertas de la … Nunca he podido recordar el nombre de la mujer por la que abandoné a Carmencita. Exhibición de una opacidad deliberada entre pequeños símbolos sobre hechos de la realidad social del poeta, los elementos de su cotidiano como decodificadores de la función referencial. Construido en la antigua Estación Desamparados que data de 1912 y conectaba Lima con el centro del país. Me sentía bien. Ahora, mi corazón seguía latiendo como un bombo en el pecho y seguía con la boca abierta para poder respirar pues sentía que me faltaba el aire. Lo que mitigó mucho mi simpatía por los animales fue que los veterinarios dijeran que las ratas de nuestros días ya no acarrean enfermedades, que la ciencia ha conseguido erradicar en ellas todos los gérmenes y microbios de que eran antes portadoras y que por lo tanto pasarían a la categoría de animales domésticos, como pedían tantas asociaciones animalistas. Los muchachos, altos y entusiastas, hacen cola a borbotones. Es decir, de las malditas maquinitas. Seguramente, aunque no lo recordaba. Dicen que el movimiento de los “desequilibrados” nació en el Japón hace ya medio siglo. Nos tuvo, a la media docena de invitados, sorprendidos y maravillados del principio al fin de la noche. En esta obra, El grito del Asterión de Malku Abraxas (Ed. Otro le discutió que más importante es el descubrimiento de la jalea que mantiene fresca y alerta la memoria. Sin embargo, Ribeyro, Jara, Reynoso son poetas a su manera de la Urbe, de la realidad más inmediata. ¿No están acaso digitalizados los cuadros y esculturas que hay en ellos? Reynoso ha creado un estilo nuevo: la jerga popular y la alta poesía reforzándose, iluminándome. Sí, ese era el Teatro Real. Otro los refutó a ambos, asegurando que una proeza mayor todavía era la de haber fabricado la píldora que sosiega la libido y que hubiera hombres y mujeres sin preocupaciones sexuales como antaño. Como la dirección de mi casa, que se me ha desvanecido de la memoria en el peor momento. Me temo que al final ellos terminen por ganar la partida y que, al igual que Singapur, la primera ciudad paper free del mundo, también España y Europa entera acaben carbonizando sus libros, bibliotecas y hemerotecas privadas y públicas. Este mundo no da opciones a ningún tipo de arte, salvo el crear un soporte vital; y todos los poetas, lo saben. Pero no lo haré; también en esto seguiré fiel a mis viejas aficiones. Tampoco imaginamos nunca que fuera tan común que las gentes llegaran a vivir cien años, y, sin embargo, ahí estamos buen número de bípedos para demostrar que no era inalcanzable. Lo extraordinario es que haya críticos y profesores que sostienen semejante barbarie: que es preferible, no solo por comodidad del espectador, sino porque la imagen digital es más precisa y exacta que la original. Bueno, tal vez era lo mejor. Claro, el gran problema es ver si consiguen las subvenciones para la organización, acá en el Cusco es un complicado conseguir dinero. Vaya, otro viento; pero tampoco nadie lo ha notado, a juzgar por la indiferencia de las caras que me rodean. ¡Como si fuera lo mismo ver a un Goya o a un Velázquez o a un Rembrandt originales que en la imagen de una computadora! En eso, la naturaleza humana no ha cambiado nada. Pasando a tu trabajo como escritor y editor, ya son 31 años de existencia de la revista ‘Sieteculebras’, ¿en qué número ya van? ¿Esa fricción que hubo en ese momento generó tu distanciamiento? La revista no solamente se ha difundido acá sino por toda Latinoamérica; tengo colaboradores en diferentes países. Pero estoy lejos de compartir todas sus tesis y manías. Sin cobrar un centavo por ello. Se paró junto a la puerta y sacó una llave y la abrió. Sí, por supuesto. La llamo “fraternidad” porque hablar de “ideología” sería un anacronismo: ya nadie sabe ahora qué es o qué fue eso. Ahora recordaba que esa corta callecita era la de mi casa y que se llamaba, por supuesto, claro que sí, y lo repito de nuevo: la calle de la Flora. En eso consiste el arte de nuestros días.” Fue una discusión de varias horas, en que yo me negaba a aceptar su teoría según la cual los verdaderos artistas de nuestro tiempo son los ingenieros electrónicos, los programadores informáticos, los grandes especialistas del sonido y la imagen y los profesionales de la Red. Y además: todos destacaban la forma en que postulaba imágenes, en que componía poderosos y breves poemas visuales, en que pintaba el mundo … Lo que resulta bastante positivo para saber qué la obra de este autor se mueve, se cambia, se vende, se pierde y encuentra: ese movimiento dice mucho de la vida de este libro. ¿Era la primera vez que tenía una pérdida de memoria tan seria? Me limpié la cara con las manos y luego con el pañuelo y finalmente con la misma sábana; pero era inútil porque el sudor brotaba casi de inmediato y me volvía a mojar la frente, el cuello y ahora sentía que bajaba y me había tomado también el pecho, la espalda y hasta las piernas. Sí, este no era un simple amago. ¿Pero somos libres? Ahora es todo distinto la estación ha sido tomada por los libros, en sus salas se puede encontrar la gran riqueza de nuestra literatura, al hacer el recorrido uno puede conocer históricamente los diferentes representantes, hombres y mujeres, diversas corrientes, soñadores de puño y letra, que comparten su obra con el mundo. El otro día un tribunal madrileño de menores condenó a un año de encierro en un reformatorio a un niño de diez años porque la policía lo sorprendió disparando piedrecitas con una honda a las golondrinas. Cuando la Biblioteca Nacional de España cerró sus puertas también hubo una manifestación, pero, a diferencia de la de hoy, allí sí acudió bastante gente. Si algo dejó el experimentalismo y la poesía transgresora de la década —del 2010 al 2020 — fue el arrebato de usar la lírica para meterse y habitar la piel de lo privado, logrando un puente entre lo que le pasa a uno y lo que sucede en el mundo. Pensé que oiría su risita burlona: “¿Te estás muriendo, hermano?” Y me contuve. Panadero, es también el nombre de los dientes de león; si hay claves en la poética de Barco, la ciudad lila y los dientes de león, son una huella de anclaje entre dos fuerzas, la ciudad, las raíces, el vuelo del alma, el vuelo al azar, la búsqueda, pivotes referenciales de reacciones exacerbadas. Se llamaba ‘Origen’, ahí fue mi inicio en el mundo de las revistas, que en Perú no cuentan con ni un apoyo. Y, siendo un intelectual, gustaba. Disimulando, como si la turbación que sentía pudiera ser advertida por la rala gente que pasaba, me acerqué a la esquina y observé atentamente el letrero que colgaba en lo alto de la pared: Plaza Jacinto Benavente. Y hoy que retomo estos apuntes para pensar en algunas ideas sobre Oswaldo Reynoso aspiró la dulce nostalgia de un pasado que se va: ahora todo es vender y a ello se reduce lo que entendemos por éxito literario. ¿Qué milagros pedirle a la efigie del Señor de los Milagros si la sociedad limeña se ahoga en su propio caos? No a las plantas ni a los animales en todo caso.”. La Guardia Civil desmantela una casa de “retiro espiritual” para ritos chamánicos Detenidos dos individuos que dirigían el centro y cobraban 45 euros por día Pobre viejita. ¡El maldito estómago! Era un dolor múltiple, que interesaba los músculos, los huesos, las venas, los tendones. No, esa vez yo estudiaba arqueología. Allí tenía que subir una larga escalera de varios pisos, por lo menos de eso me acordaba. “De haber sido un insulto, la volvimos una virtud”, la apoyó su vecino. El sexo excitaba mucho a la gente cuando lo rodeaban prohibiciones y tabúes; desaparecidos estos, perdió su magia, y ahora los jóvenes le hacen ascos. Pero no reconocía nada. Pero pueden ser adquiridos en la Marlborough, la que expide a los clientes que los compran un certificado de propiedad. Lo vemos ahí en los colegios, sentado en carpetas toscas de madera marrón oscura, ofreciéndoles una charla sobre educación, arte, política y ortografía a un puñado de adolescentes aburridos y angustiados de tener que pasarse la hora del salón frente a un viejo canoso. No es pues tiempo de clasificar un género en otro: Reynoso hace poesía haciendo prosa, como Vila-Matas hace ensayo haciendo novelas, o Balzac (o Palma) hacen historia haciendo novelas. Pero, en cambio, de Carmencita, mi mujer por muchos años, me acuerdo muy bien. Pero lo que me asustó no fue el corazón sino el sudor. A mis años, me había dado por los circos y los dibujos animados, los dos únicos campos en los que reconocía que la cultura –¿la cultura?– de hoy había superado a la de ayer. Las instaló en sitios muy vistosos, la Torre de Pisa, el Arco de Triunfo, la Estatua de la Libertad y hasta envió una de ellas a la luna en una nave espacial de la NASA. Ella siempre fue considerada un robo y una injusticia de los ricos contra los pobres. Y yo tenía la seguridad de que no saldría vivo de allí. No encontré ninguna de esas novelitas viejas que me gustan ahora. ¿Es eso verdad? Durante todos estos años mis ejemplares de la obra de Reynoso han ido desapareciendo. Te invitamos a... ¡Llegó el día esperado! Fui a la manifestación por la clausura de los cines Ideal, en la Plaza de Jacinto Benavente y, apenas acababa de comenzar, me sobrevino uno de esos vientos intempestivos que ahora me asaltan con frecuencia. Cuando le conté mi experiencia con los “desequilibrados”, Osorio me bromeó que cualquier día un comando de fanáticos del vegetarianismo iría a prender fuego en el restaurante clandestino donde, una vez al mes, él y yo vamos a zamparnos un buen rabo de toro o un filete poco hecho. Este escenario no puede alejarse de contexto político nacional, donde fue predominante la política de la más radical izquierda, que congregó a diferentes movimientos en una guerra contra el Estado. De esa pichula que ahora ya no me sirve para nada, salvo para hacer pipí. (Del libro En busca de la sonrisa encontrada, ibidem). Era algo que había ganado. Ahora la Iglesia ha dejado de ser ese refugio: es una prolongación de la vida de todos los días, donde casi todo está permitido, donde ya no hay tabúes ni dogmas inflexibles. Hay menos pobreza que antes, por ejemplo, y eso es una gran cosa. El señor vivía en el tercer piso y desde allí solo me quedan dos pisos para llegar a mi cuartito. Sentía que me vencía el sueño otra vez. Me parecía, al menos, quizá sea un falso recuerdo. Derrotar al cáncer y al sida parecía imposible y los científicos lo han conseguido. Unos pocos turistas tomándole fotos al monumento egipcio. Por eso, cuando la invasión de los zorros a Madrid, creo que yo fui uno de los pocos vecinos que no se asustó y, más bien, me alegré de ver que manadas de esos cánidos se aquerenciaban en todos los parques, alamedas y paseos madrileños. Como recortes de existencia, la introspección como tropo, funcional dentro del espacio de significaciones entre opuestos, luz, poesía, sueños podridos, relativiza operaciones de cambio de escenario, revela las instancias de decisión bajo el impacto de cambios históricos, personales, en el resultado de cuestiones poéticas, individuales. Quizás en este mundo plástico, lo más desnudo sea el lenguaje: la palabra, al no ser imagen, se torna esencia. Es un libro de personajes entrañables, de niños que aman a los conejos, de niñas de provincia que se escapan de su pueblo, de mujeres y guerrilleros, de un joven solo en la ciudad de Lima buscando su destino. No sería raro que acabara con nosotros, los humanos. En cambio, yo sí. Hace unos días, Lima Gris llegó hasta la ciudad blanca para conversar con José Córdova, director de la editorial Cascahuesos, sello literario que en unas semanas cumple 15 años de actividad, y que ya lleva más de 150 títulos publicados. Pero si no existen todavía, ya aparecerán. Se encogieron de hombros. Se mezclaba con mis propios olores y era un asco. El sol estaba muy alto en el cielo y debía ser pasado el mediodía. “Si estalla, desaparecerá solo el Asia, créeme. Orwell no imaginó que esta podía ser la evolución de ese “socialismo libre” que él imaginaba y que era simplemente imposible. Hemos llegado a tener más de 300 colaboradores. Había sentido los vientos, por supuesto, pero no que se me salía la mierda. La importancia de Reynoso es descubrir la ciudad. La posibilidad de que estalle una guerra en cualquier momento entre China y la India es una realidad que nadie ignora, pues cada día nos parece más cercana. Donde se desfalca el estado de supervivencia animal, sea por el clima y su degradación, o la dura violencia que se respira, surge el deseo de materializar estas inquietudes desde la carga de una historia. Me dolía un poco la espalda y di una vuelta a la Puerta del Sol, caminando despacio. Ahora, conviene aclarar un punto en el que insiste mucho Osorio, y creo que con razón. ¿Me preguntó dónde estará ese cuadro de marco negro y con vidrio que, en noches de bohemia, nos recordaba al escritor? ¿O tendría que ir a la policía a que me ayudaran? ... 08 43 Horarios de atención. Hay menos pobreza que antes, por ejemplo, y eso es una gran cosa. Por lo pronto, no sé por qué es tan famoso ese estafador. Tal vez se haya olvidado qué cosa fue en la vida y tiene la memoria tan en ruinas como yo; que trate de engañarme y engañarse inventándose un pasado. Se hicieron descoyuntar en el potro, destrozar por las fieras, quemar vivos defendiendo los principios y verdades de la fe cristiana y resulta que ni el infierno ni el limbo ni el cielo existen. Nunca me perdonó, por supuesto, jamás pude amistarme con ella y, para colmo, ella se casó con Sanabria, un buen amigo del barrio. Y, por primera vez y con creciente angustia, comprendí exactamente lo que me había pasado: no sabía cómo volver a mi casa. Lucían unos títulos bastante llamativos como Tiburcio, hacedor de tempestades, La caperuza del monje Romualdo. A ratos, me inspiran simpatía, porque este mundo no les gusta y por su forma de vida es obvio que quisieran cambiarlo. Incluso el Prado, que solía estar siempre lleno, sobre todo en los veranos. Gracias a la gentil atención de sus guías, no sólo por el trato, sino también por la forma apasionada de expresarse, de compartir la vida y obra de nuestros escritores, uno disfruta el viaje, uno se encuentra con nombres como José Santos Chocano, Eielson, Vallejo, Ricardo Palma, César Moro y Mercedes Cabello entre otros. No me venían esos vientos desagradables que me hacían pasar tantas vergüenzas. Digamos que aquí ubico a poetas como J. Stiven Medina, Ray Paz, Chumbile, Omar Livano, Álvaro Cortés Montúfar, Yhan Coronel, Julia Wong, Eduardo Borjas, por citar a unos cuantos; y, claro, abrió una zanja entre lo muy culto (Montalbetti) y lo muy urbano (lldefonso) En suma, esta triada de autores, esculpe inagotables senderos, donde la poética de Gabriel Bazalar transita, sin deuda, aunque con conocimiento lírico de causa, y con propia naturalidad. Había recobrado la confianza. Echaría tal vez un sueñecito y, acaso, en el sueño recordaría la dirección de mi casa. Sin embargo, no deja de ser un buen debut y una ventana fresca para observar nuestro presente. Este es un motivo de permanentes discusiones con Osorio. Creía, el pobre ingenuo, que me intimidaría. Había recorrido ya toda la calle del Arenal y estaba en la Plaza de Isabel II, frente al edificio del Teatro Real, donde anunciaban una temporada de cinco óperas de Verdi. En la última que visité, hace unos meses (¿o años? Lo barro y arreglo todas las mañanas, antes de salir a tomar mi cafecito y platicar con Osorio. Nunca más volví a verla, y solo muchos años después de ocurrido me enteré del accidente en el que había perdido la vida. Otro viento, más bien largo y ruidoso. Me senté en una de las sillas solitarias de la Plaza de Isabel II, en el corazón del viejo Madrid de los Austrias, a ver si los recuerdos volvían y encontraba mi casita que debía de estar por estos pagos. Había sentido la muerte más cerca, pero no había sido una pérdida de tiempo. Yo conversé una vez con un grupito de ellos, aquí en Madrid. Cruzaréis el puente sobre la ría, llegando así a nuestro concejo. Compartir en Twitter. Lo soy y lo seguiré siendo mientras el cuerpo aguante (no creo, dicho sea de paso, que por mucho tiempo más). ¡Qué tiempos aquellos! “Nunca imaginé que la metafísica oliera a pedo”, le contesté. Todo un día buscando mi casa, bueno, mi cuartito, con la seguridad de que estaba por acá, muy cerca, sin poder encontrarlo. Era algo que yo reconocía ya hace tiempo, aunque en secreto. Y lo plástico surge como el ecosistema donde se configura la música mental de este autor. No estaba asustado, solo adolorido. En realidad, el tema de lo arequipeño no es baladí: hay una tradición muy enriquecida de autores del sur, de donde viene Reynoso. Que la muerte me sorprendiera en el sueño era una buena manera de morir. Había una brisa agradable; eso sí, tenía la sensación de que me estaban picando los bichos, sobre todo las hormigas. Por estos mismos días, Vargas Llosa recordó que Borges se enojó con él porque le cuestionó la precariedad con la que vivía; o eso sentí; y Bolaño, pues, pienso en lo que solía decir sobre los escritores de su tiempo; que eran de la clase media más baja, y que en general, aspiraban a ser parte de la vida burguesa del momento. Lima Gris conversó con el escritor, poeta y antropólogo cusqueño Pavel Ugarte Céspedes, quien hizo una revisión de la novena edición de la Feria Internacional del Libro (FIL) del Cusco, y la constante lucha para que ese evento se llegue a realizar en la Plaza Mayor de su ciudad, señalando, en un principio, la oposición del alcalde cusqueño de que se dé en ese punto estratégico de la ciudad. Lo hace por fastidiarme. Es el único episodio de mi remoto pasado que mi memoria no ha olvidado; y me atormenta todavía, sobre todo en las noches. De Gabriel Bazalar López (El Callao, Perú, 1981) vemos una conexión vital tanto en la pintura como en el verso. Me sequé la cabeza con insistencia, pasando la toalla por mis pelos una y otra vez, recordando una vez más que mi abuelito, en la noche perdida del tiempo, solía decirme que no era bueno dormir con la cabeza mojada, porque me podía volver loco. Si no la recordaba –pero me sentía optimista, tenía la sensación de que estaba cerca, este barrio me parecía conocido– iría a la policía, para no pasar la noche a la intemperie. Cuando le dije que me parecía una curiosa paradoja que los jóvenes hayan empezado a despreciar el sexo, es decir, a materializar lo que los curas querían inculcarnos cuando éramos jóvenes –aunque muchos curas lo practicaban a escondidas al derecho y al revés, sobre todo al revés–, precisamente cuando las religiones comienzan a encogerse como pieles de zapa, Osorio me rectificó: “Se encogen las iglesias, no la religión.” Tuve que darle la razón. Y es curioso que un pueblo como el judío, que fue perseguido en toda la historia, se haya vuelto imperialista y colonial, por lo menos con los desdichados palestinos. Sacábamos comunicados [sobre la invasión] pero no nos hacían caso porque la mayoría de periodistas estaban metidos en ese terreno. Además, había comenzado a dolerme el pecho, el hombro y el brazo derecho. Vagamente pasó por mi cabeza la idea de que podía quedarme muerto de un síncope antes de llegar a mi cuartito y a mi baño. Y en eso, de repente, me desperté. Media hora cuando más, quizá menos, tal vez solo quince o veinte minutos. ¡Vaya cojudos! Dentro de la Iglesia uno se sentía ya en el otro mundo, un territorio muy distanciado del de la rutina cotidiana. Lo mismo pasa con los dibujos animados. Y en ese mismo momento –había dado ya, siempre caminando despacito, una vuelta a la Puerta del Sol– tuve la seguridad de que la calle del Arenal, que tenía al frente, me llevaría en la dirección de mi casa. A propósito, ya nadie sabe qué eran los calidoscopios; los niños ya no juegan con esos juguetes, por supuesto; ahora desde que nacen manejan computadoras. El ingreso a la Casa de la Literatura es gratuito y libre. Esta historia que implica una etnografía social es la que se repite en muchos lados del mundo, donde la vida se torna brutal y excesiva para muchos. Me gustaba la atmósfera tranquila y algo conventual de la Biblioteca Nacional del Paseo de Recoletos, el silencio religioso de sus salones de lectura, la secreta complicidad entre los que estábamos allí, en nuestras carpetas, leyendo al resplandor de las lamparitas de luz azulada. Abrió un frasco de perfume y aspiró, goloso, y, con disimulo coquetón, se miró en el espejo. Entre ellos no está Osorio, por supuesto. Me lo decía a mí mismo, sin tristeza ni cólera, con esa tranquilidad nueva: haber descubierto que podía perder la memoria y no encontrar mi casa y no saber quién era y perder todo un día tratando de recordar. Jesús nos habla de la trayectoria del grupo Cuatrotablas y la interpretación de obras como El Rabdomante, de Sebastián Salazar Bondy, o también Estación … Y mientras el escritor pregunta, con antelación, los nombres, para sellar su firma, nosotros comprendemos de dónde viene la urgencia del trabajo diario. “Ya hay cuatro, ahora, en Madrid. Además, no creo que él crea lo que me dice. Ahora sentía que temblaba todo mi cuerpo, de la cabeza a las plantas de los pies. Y, por supuesto, me vino una cadena de vientos. 'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+"://platform.twitter.com/widgets.js";fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document,"script","twitter-wjs"); Richard Swing: “Con esta conferencia he dado un gran aporte a nuestra institución y a la humanidad”, Dan ultimátum de 48 horas al presidente Sagasti para derogar Decreto que atenta nuestra Soberanía Nacional, Altos oficiales de FF.AA a través de comunicado exigen la salida de Jorge Luis Salas Arenas, MINISTERIO DE CULTURA PAGÓ 175 MIL SOLES AL CANTANTE RICHARD SWING, El doctor Óscar Ugarte firmó una ley que favoreció a los consorcios extranjeros que tienen el monopolio del oxígeno, Dolor al viento (sobre el suicida de Los Olivos). Yo sabía que iba a ser así. Eso sí que había sido una sorpresa.
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